El terruño o terroir
Se utiliza este vocablo de origen francés en la jerga viticultora para referirse a un conjunto de aspectos referidos al cultivo de la vid como la composición del suelo, la orientación del viñedo o el clima de la zona.
La adaptación de la vid a estas condiciones y el trabajo del viticultor completan, finalmente, el concepto de terroir, o terruño, que es el que explica que una misma cepa cultivada en diferentes zonas, produzca vinos distintos.
Esta idea no es casual ni carente de importancia, todo lo contrario, es el fundamento de las denominaciones de origen que delimitan un territorio donde la interacción entre clima, orografía, suelo y vitivinicultura produce unos vinos específicos, con características que los diferencian de otros.
En Ribeira Sacra, nos encontramos con una zona marcada por la verticalidad en la que dominan laderas empinadas que cobijan un espacio cerrado en sí mismo, lo que le confiere unas peculiaridades geomorfológicas, climáticas, biogeográficas y ecogeográficas muy particulares.
Este paisaje cerrado de los valles, fruto de una compleja historia geomorfológica, favorece unas condiciones ambientales marcadas por unas temperaturas muy altas en verano y muy bajas en invierno y precipitaciones muy poco abundantes.
Esto explica la existencia de una flora típicamente mediterránea entre la que la vid encuentra un lugar privilegiado para su desarrollo.
Así, en el valle del río Miño, nos encontramos con una pluviometría que ronda los 900 mm anuales y con una temperatura media de 14ºC.
En el Valle del río Sil, por su parte, la pluviometría es menor, de unos 700 mm, y sus temperaturas medias no suelen sobrepasar los 13ºC.
Las vides se cultivan en bancales que intentan aprovechar el poco suelo cultivable existente en las empinadas riberas.
Esto se ha convertido en uno de los elementos definitorios del paisaje de la zona y, además, contribuye a darle a la uva una personalidad especial.
Junto a esta disposición, el suelo granítico-pizarroso y ácido, favorece el drenaje.
Si a esto añadimos que las cepas se distribuyen de manera que reciban la mayor cantidad de luz solar, tenemos como resultado un vino con unas características únicas y con unos estándares de calidad elevadísimos.
Por eso, en los últimos años y desde diversas voces internacionales del mundo del vino se ha venido definiendo a la Ribeira Sacra como la región vitícola más hermosa del mundo y sus vinos puestos a la altura de los famosos caldos franceses de Borgoña y Cabernet.